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Hernán Cortés. Imagen del diario ABC |
Hernán Cortés y Tomares: Los Últimos Días del Conquistador en la Calle Real
Hernán Cortés, el famoso conquistador de México, mantuvo una vínculo significativo con Tomares durante los últimos años de su vida. Si bien su legado está profundamente ligado a la conquista del Imperio azteca, su presencia en Tomares forma parte de la historia local, especialmente en relación con la administración de tierras y la propiedad de su residencia en la Calle Real.
En el siglo XVI, el Concejo de Tomares administraba un extenso territorio que incluía los terrenos de Coca de la Piñera, parte de la hacienda del Conde de Altamira. En 1539, la Calle Real de Castilleja fue desligada de la Orden de Santiago y pasó a ser propiedad de la Corona, quedando bajo la administración municipal de Tomares. Este contexto histórico es crucial para entender la relación entre Cortés y Tomares, ya que su residencia se encontraba precisamente en esta zona.
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Lápida conmemorativa |
A la edad de 62 años, Hernán Cortés pasó sus últimos días en el palacio situado en la Calle Real de Castilleja. A pesar de haber solicitado ser enterrado en Coyoacán, México, su fallecimiento el 2 de diciembre de 1547 en Castilleja de la Cuesta provocó que su cuerpo permaneciera inicialmente en España. Su testamento fue validado por el escribano público del Concejo Municipal de Tomares, Tomás del Río, consolidando así la relación del conquistador con esta localidad sevillana.
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Palacio de Hernán Cortés en la calle Real de Castilleja |
El palacio donde Cortés pasó sus últimos días es una construcción del siglo XVI de estilo neomudéjar, con recios muros y almenas que le confieren un aspecto de fortaleza. Tras la muerte del conquistador, la edificación cayó en el abandono hasta el siglo XIX, cuando fue adquirida por Alfonso de Orleans, duque de Montpensier, quien lo utilizó como residencia de verano. A finales del siglo XIX, el inmueble fue cedido a una congregación de religiosas irlandesas procedentes de Gibraltar, quienes llegaron a Sevilla en septiembre de 1899. Desde entonces, este grupo, conocido popularmente como "Las Irlandesas", se hizo cargo de la propiedad. En 1903, la reina María Cristina les otorgó la titularidad del edificio, convirtiéndolo en un colegio que sigue en funcionamiento hasta el día de hoy.
La relación entre Hernán Cortés y Tomares es un ejemplo de cómo la historia de un personaje universalmente conocido puede entrelazarse con la historia local. Su presencia en la Calle Real y la posterior transformación de su residencia en un espacio educativo dan cuenta de la pervivencia de su legado en la memoria colectiva de Tomares, convirtiendo esta localidad en un testigo silencioso de los últimos días del conquistador de México.
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