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viernes, 31 de enero de 2025

TOMARES EN ÉPOCA ROMANA: UN CRISOL DE HISTORIA, CULTURA Y RIQUEZA AGRÍCOLA


    Tomares en época romana: un crisol de historia, cultura y riqueza agrícola

    La historia de Tomares se remonta a tiempos remotos, cuando el territorio que hoy conocemos como el Aljarafe sevillano era un enclave estratégico y fértil, codiciado por civilizaciones que dejaron su huella en estas tierras. En este recorrido por la antigüedad, nos adentramos en la época romana, un período que marcó profundamente la identidad de Tomares y su entorno. Desde la llegada de los romanos a finales del siglo III a. C. hasta la crisis del siglo III d. C., esta región fue testigo de transformaciones políticas, económicas y culturales que sentaron las bases de lo que hoy es este municipio.

Grabado del pintor Hoefnagel con las ruinas de Osset 
a la derecha. Imagen del blog Homo del Castillo

    La llegada de los romanos y la fundación de Itálica

    La presencia romana en la península ibérica comenzó a consolidarse a finales del siglo III a. C., y Tomares no fue ajeno a este proceso. En aquel entonces, el oppidum turdetano de Osset, situado en un lugar elevado y estratégico, desapareció como tal, pero su importancia no decayó. Los romanos, conscientes de su valor, mantuvieron Osset como un punto clave en su red de control territorial, rebautizándolo como Osset Iulia Constantia. Este enclave, situado en el cerro Chavoya (hoy conocido como Cerro de los Sagrados Corazones), dominaba la cornisa del Aljarafe y ofrecía una vista privilegiada del Lacus Ligustinus, el antiguo estuario del Guadalquivir.

    La fundación de Itálica en el año 206 a. C., cerca de la actual Santiponce, fue un hito crucial. Esta ciudad no solo sirvió para asentar a los soldados licenciados tras las guerras púnicas, sino que también se convirtió en un centro de control sobre las poblaciones no romanas. Itálica y Osset, junto con Hispalis (Sevilla), formaron un triángulo de poder que organizó y administró el territorio de manera eficiente.

Cerro de Chavoya

    Osset Iulia Constantia: un enclave estratégico

    Osset Iulia Constantia, la Osset romana, se convirtió en un núcleo importante dentro de la provincia Bética. Amurallada y situada en un cerro de 50 metros de altura, esta ciudad controlaba un territorio que abarcaba los actuales términos de Gelves, Mairena, Castilleja, Espartinas, Tomares y San Juan. Las monedas acuñadas en Osset, con la figura de un hombre portando un racimo de uvas, son un testimonio de la importancia agrícola de la región, especialmente en la producción de vino.

    Las villas romanas: el germen de los pueblos actuales

    Uno de los legados más significativos de la época romana en Tomares fue la organización del territorio en villas. Estas explotaciones agrícolas, que combinaban residencias señoriales con tierras de cultivo, fueron el germen de muchos de los pueblos actuales. En Tomares se han identificado al menos siete villas romanas, cada una con sus propias características y nivel de riqueza.

    Entre ellas destacan la villa de Talca de Tosa, en Aljamar, que perduró hasta la época musulmana; la villa de El Carmen, una explotación tipo granja; y la villa situada en el casco urbano de Tomares, en torno a la actual Plaza de la Constitución. Esta última, conocida posteriormente como Zaudín Bajo, se beneficiaba de las aguas subterráneas que brotaban en la calle La Fuente, lo que la convirtió en un nodo de poblamiento importante.

Otras villas, como la de Santa Eufemia, eran explotaciones de lujo, como lo demuestran los mosaicos y teselas encontrados en la zona. Esta villa, que perduró desde el siglo I hasta el IV d. C., fue un ejemplo de la opulencia que alcanzaron algunas de estas propiedades.

    Restos arqueológicos: testimonios de un pasado glorioso

    Los hallazgos arqueológicos en Tomares nos permiten reconstruir parte de su historia romana. Entre ellos destaca la estatua de Diana, diosa de los bosques y los animales, encontrada en la calle Colón. Esta figura, vinculada al culto oleario de Hispalis, confirma la importancia de la región en la producción de aceite. También se han localizado restos de un molino romano en Santa Eufemia, una necrópolis en la Cuesta y una cabeza esculpida de un anciano, entre otros vestigios.

    Las vías de comunicación: el tejido conectivo del imperio

    Tomares no solo fue un centro agrícola, sino también un punto clave en la red de comunicaciones romana. Las principales vías, como la que unía Hispalis con Itálica y Emérita Augusta, pasaban por esta región. Además, existían caminos secundarios y veredas que conectaban las villas y los núcleos poblacionales, facilitando el comercio y el movimiento de personas.

    La crisis del siglo III y el episodio de Villa Sangre

    La decadencia del Imperio Romano no pasó desapercibida en Tomares. La crisis del siglo III, marcada por la inflación, la disminución de las exportaciones y la inestabilidad política, afectó profundamente a la región. Sin embargo, el episodio más dramático fue la invasión de los vándalos silingos en el siglo V. Estos pueblos bárbaros, en su avance por la península, arrasaron la zona conocida como Villa Sangre, cerca de la actual Plaza Príncipe de Asturias. Este trágico evento dejó una huella imborrable en la memoria colectiva de la región.

    Conclusión: un legado que perdura

    La época romana en Tomares fue un período de esplendor y transformación. Desde la fundación de Itálica hasta la organización del territorio en villas, pasando por la importancia estratégica de Osset Iulia Constantia, esta región fue un crisol de historia, cultura y riqueza agrícola. Los restos arqueológicos y las vías de comunicación nos recuerdan que, bajo el suelo que hoy pisamos, yace un pasado glorioso que sigue vivo en la memoria de Tomares.

miércoles, 29 de enero de 2025

ZAUDÍN BAJO: LA HISTORIA OLVIDADA DE UNA ALQUERÍA MEDIEVAL EN TOMARES


Zaudín Bajo en la actualidad: el club de golf Zaudín


    En el corazón de la comarca del Aljarafe, en el término municipal de Tomares (Sevilla), se encuentra un lugar cargado de historia y misterio: Zaudín Bajo. Conocida en árabe como Qaryat As Sudan (Aldea de los Negros), esta alquería, junto con Zaudín Alto, formó parte de una pequeña aldea durante la Edad Media. Aunque hoy en día no queda rastro de su existencia, su legado histórico y arqueológico nos permite reconstruir su fascinante pasado, que abarca desde la época romana hasta su desaparición en el siglo XIX.

    Un pasado remoto: De villa romana a alquería medieval
    Zaudín Bajo tiene sus raíces en la antigüedad. Los restos arqueológicos hallados en la zona confirman que fue una villa romana, lo que demuestra que su hábitat se remonta a siglos antes de la llegada de los musulmanes a la península ibérica. Tras la conquista de Sevilla por Fernando III en el siglo XIII, su hijo Alfonso X el Sabio donó la alquería al consejo de Sevilla, consolidando su importancia como núcleo rural en la región.

    Durante la Edad Media, Zaudín Bajo y Zaudín Alto formaron parte de la Mitación de San Juan, una división territorial que dependía de la Villa de Tomares. Estas pequeñas poblaciones se dedicaban principalmente a la agricultura, destacando el cultivo del olivo, que se convirtió en un pilar económico de la zona.

    El auge del comercio y la conexión con América
    El descubrimiento de América y el consiguiente auge del comercio transatlántico marcaron un punto de inflexión en la historia de Zaudín Bajo. La cercanía de la alquería al puerto de Sevilla la convirtió en un enclave estratégico para la exportación de aceite de oliva. Comerciantes y exportadores sevillanos adquirieron las tierras de olivar, aprovechando la demanda creciente de este producto en las colonias americanas.

    En el siglo XVI, la alquería pasó a manos de Juan Enríquez, un influyente comerciante con intereses en la Isla de Santo Domingo. Fue durante esta época cuando se construyó la hacienda Santa Ana en el casco urbano de Tomares, a la que se trasladó el señorío de la finca. Este hecho marcó el inicio del declive de Zaudín Bajo como núcleo habitado, ya que las almazaras y la actividad económica se desplazaron hacia Tomares.

    De alquería a venta: Un lugar de paso y leyenda
    Con el traslado de la actividad económica, Zaudín Bajo perdió su importancia como aldea y se convirtió en una venta, un lugar de parada y hospedaje para viajeros y ganado que transitaban por el camino de Aznalcázar. En el plano de Ovando del Conde Duque de Olivares de 1628, ya se observa cómo la alquería ha perdido su relevancia, mientras que la hacienda Santa Ana emerge como el nuevo centro de poder en la zona.

Detalle del plano de Ovando de 1628 junto al camino de Aznalcázar


    Durante los siglos XVII y XVIII, la propiedad de Zaudín Bajo cambió de manos en varias ocasiones. Gabriel Morales, banquero y exportador sevillano, fue uno de sus dueños, seguido por Pedro Manuel de Céspedes, un influyente canónigo de la catedral de Sevilla y ganadero de reses bravas. Finalmente, la alquería y sus tierras fueron adquiridas por Francisco de Orozco Manrique, vizconde de Tomares y fundador del Marquesado de Saudín.


    El legado de Zaudín Bajo en la actualidad
    Hoy en día, el lugar donde se encontraba Zaudín Bajo es una rotonda de entrada al Club Social Zaudín, un espacio moderno que contrasta con el pasado rural y medieval de la alquería. Aunque la aldea desapareció hace siglos, su historia sigue viva en los restos arqueológicos, los documentos históricos y las leyendas que han perdurado en el tiempo.

    Zaudín Bajo es un ejemplo de cómo el paso de los siglos puede transformar un lugar, borrando sus huellas físicas pero dejando un legado cultural e histórico que merece ser recordado. Su historia nos habla de épocas pasadas, de comerciantes, bandoleros y viajeros, y de un territorio que ha sido testigo de grandes cambios a lo largo de los siglos.