viernes, 31 de enero de 2025

TOMARES: UN VIAJE DESDE EL MEGALODÓN HASTA LOS TURDETANOS

 

Diente megalodón hallado en Tomares

    Tomares: Un viaje desde el Megalodón hasta los Turdetanos"

    La historia de Tomares es un fascinante recorrido que se remonta a millones de años atrás, cuando el territorio que hoy ocupa este municipio sevillano estaba sumergido bajo las aguas del antiguo Mediterráneo occidental, en lo que se conoce como el Corredor Bético. Durante la Era Terciaria, hace entre 70 y 2 millones de años, el valle del Guadalquivir era un brazo de mar que conectaba el Atlántico con el antiguo Mediterráneo Central o Tetis. Este estrecho, conocido como Estrecho Bético, se convirtió en un amplio golfo tras los plegamientos alpinos que formaron la Cordillera Penibética. Durante el Cuaternario, este golfo se fue rellenando con los aluviones del Guadalquivir, quedando reducido hoy al Golfo de Cádiz.

    La evidencia fósil de este período incluye un diente de megalodón, encontrado en Tomares y hoy expuesto en el Museo Arqueológico de Sevilla. Este impresionante depredador, ancestro del tiburón blanco, medía unos 16 metros y sus dientes alcanzaban entre 10 y 20 centímetros, lo que nos da una idea de la riqueza paleontológica de la zona.


    La Protohistoria y la llegada del hombre

    La Protohistoria, una fase no muy bien definida que se sitúa entre el final de la Prehistoria y el principio de la Historia antigua, estudia a aquellos grupos humanos ágrafos de los que se tienen noticias escritas gracias a fuentes indirectas contemporáneas. En el caso de Tomares, esta etapa está marcada por la presencia de los turdetanos, considerados los continuadores de la cultura tartésica.

    Sobre la procedencia del hombre en el sur de la península, existen varias teorías. Una de ellas sugiere un origen indoeuropeo, con restos humanos en Georgia datados en 1.800.000 años que llegaron a España hace 1.200.000 años, como lo demuestran los restos del yacimiento burgalés de Atapuerca. Otra teoría propone que el hombre llegó desde África, como lo sugiere el descubrimiento del llamado hombre de Orce (Homo habilis), con una antigüedad de 1,6 millones de años.


Situación de Tomares y Oset junto al Lago Ligustino
    

    El Lago Ligustinus y la formación del Aljarafe

    Hace aproximadamente 100.000 años, el entorno del bajo Guadalquivir era muy diferente al actual. En lugar del río que conocemos hoy, existía una gran ensenada marina poco profunda conocida como el Golfo Tartésico, que constituía el estuario del río. Este golfo estaba precedido por un lago fluvial de escasa profundidad llamado Lago Ligustino o Lacus Ligustinus. Este lago, que se extendía desde Sevilla hasta el Golfo Tartésico, fue un elemento clave en la configuración del paisaje y la vida en la región.

    Durante el período Cuaternario (2,5 millones de años hasta la actualidad), se sucedieron períodos glaciares e interglaciares que dieron lugar a la formación de las terrazas fluviales y, en particular, a la formación del Aljarafe. Parece ser que podemos evidenciar ocupación antrópica del área próxima al Bajo Guadalquivir hace 700.000 años. Sucesivos procesos de relleno, producidos primero por aportes terciarios y más tarde por materiales y aluviones cuaternarios, convirtieron el antiguo mar en golfo y éste en el río que conocemos hoy.


    El Neolítico y los primeros asentamientos

    En el 4.000 a.C., ya en el período Neolítico, se produjo una progresiva colmatación del Lago Ligustinus, formándose pequeñas islas como Spal, que corresponde a la actual Sevilla. Un aumento de la temperatura global provocó una subida del nivel del mar, lo que contribuyó a la formación de la elevación del Aljarafe al norte del estuario. En esta época, es probable que existieran poblados palafíticos, es decir, viviendas construidas sobre pilotes en los bordes del lago.

    Tomares tiene sus raíces en este período. Su primera localización conocida se sitúa en el Zaudín, a orillas del Lago Ligustinus. Conforme el lago se fue desecando, una facción de la población se desplazó hacia San Juan, dando origen a Osset, mientras que otra se dirigió hacia Santa Eufemia. Así, tanto Tomares como Osset tienen su origen en un mismo poblado neolítico situado bajo el actual tanatorio de Tomares. El nombre de Osset, que significa "tierra de osos", hace referencia a la densa vegetación arbórea de encinas que caracterizaba la zona.


    Los Turdetanos y la llegada de los romanos

    Los turdetanos, considerados los continuadores de la cultura tartésica, marcaron un nuevo capítulo en la historia de Tomares. Este pueblo, que habitó la región desde el siglo XI a.C., fue uno de los más civilizados de la Península Ibérica a la llegada de los romanos. El geógrafo griego Estrabón alabó su próspera economía y su alto nivel cultural, destacando que eran los más cultos entre los íberos.

    En los años previos a la llegada de los romanos, los turdetanos fueron asimilados por los cartagineses, quienes bajo el mando de Amílcar Barca entraron en la península en el 237 a.C. Sin embargo, tras la Segunda Guerra Púnica, los romanos se impusieron y la región pasó a formar parte de la provincia de Hispania. La Batalla de Ilipa en el 206 a.C. fue un momento clave, donde las tropas de Escipión vencieron a las de Asdrúbal Giscón y Magón Barca, consolidando el dominio romano en la región.

    En resumen, la historia de Tomares es un fascinante viaje que nos lleva desde los tiempos en que los megalodones nadaban en sus aguas, pasando por la formación del Lago Ligustinus y los primeros asentamientos neolíticos, hasta la llegada de los turdetanos y la posterior romanización. Cada etapa ha dejado su huella en este rincón de la provincia de Sevilla, convirtiéndolo en un lugar de gran interés histórico y arqueológico.


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