jueves, 30 de enero de 2025

LA ORDEN FRANCISCANA EN TOMARES: UN LEGADO DE FE Y DEVOCIÓN

    La orden franciscana en Tomares: un legado de fe y devoción

    Los franciscanos, una orden religiosa fundada por San Francisco de Asís, llegaron al Aljarafe a comienzos del siglo XV. Su presencia en la región se consolidó con la fundación de un convento en San Juan de Aznalfarache. En 1399, el arzobispo de Sevilla, Gonzalo de Mena, alcanzó un acuerdo significativo con los frailes franciscanos: cedían la ermita de Santa María de las Cuevas a cambio del curato y beneficio de San Juan de Aznalfarache. Este acuerdo marcó el comienzo de una nueva etapa para la orden en la región.

Convento franciscano en San Juan de Aznalfarache
Artículo de Pedro Rueda

    Los frailes terceros franciscanos en un primer momento en el Convento de San Francisco ubicado en la zona de Aznalfarache, que en ese momento pertenecía a Tomares. Hacia 1500 se establecieron en  tomaron posesión de la ermita situada en la Calle Real de Castilleja de la Cuesta, que en aquel entonces también pertenecía a Tomares. Su enfoque era ya menos militar y más religioso, con una marcada cercanía al cultivo de la tierra. Desde allí, extendieron su jurisdicción a San Juan, el propio Tomares y Castilleja donde Fray Felipe de Mesía, un monje franciscano, utilizó la antigua capilla de la hacienda Montefuerte como parroquia para atender a los feligreses de Tomares.

    La presencia de los franciscanos en el actual Tomares se remonta al año 1520, cuando fray Antonio de Tablada, Visitador General de la Orden, otorgó a los frailes la propiedad de la Iglesia Parroquial Nuestra Señora de Belén y su feligresía, aunque esta iglesia no se construiría hasta el siglo XVII. La comunidad franciscana, que contaba con pocos bienes, recibió diversas ayudas del cabildo y se dedicó a la cura de almas para las gentes de San Juan y Tomares.

    Los franciscanos eran fervientes defensores del Misterio de la Concepción Inmaculada de la Santísima Virgen María. Fomentaban la devoción mariana no solo predicando en las iglesias, sino también en plazas y mercados, integrándose entre el pueblo. Desde finales del siglo XV, se empezó a rendir culto a una imagen de la Inmaculada en una ventana a lo largo del Camino Real hacia Niebla y Huelva. Esta imagen se convirtió en un punto de oración para numerosos viajeros, entre ellos Cristóbal Colón. Curiosamente, Colón nombró una de las islas que descubrió en el Nuevo Mundo como “Santa María de la Concepción” en honor a esta devoción.

    La constitución de la Hermandad Sacramental de Tomares comenzó paralelamente a la fundación franciscana, con el objetivo de ampliar el culto y recoger beneficios. Aunque la iglesia no se construyó hasta 1688, la influencia franciscana ya estaba firmemente establecida. En la iglesia de Tomares, junto a la Sacristía, se conserva un lienzo datado de finales del siglo XVII y principios del XVIII, que muestra a San Gabriel con una espada y a los franciscanos otorgando el cordón a los que van al infierno.

    La orden franciscana no solo fundó la Hermandad Sacramental de Tomares, sino que también promovió la advocación a San Sebastián como patrón y a la Inmaculada de Castilleja de la Cuesta. Su legado perdura en la devoción y las tradiciones religiosas de Tomares, testimonio de su profunda influencia en la comunidad.

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