En pleno casco urbano de Tomares, se encuentra uno de los edificios históricos más representativos del municipio: la Venta de la Mascareta. Su estructura rectangular, con tejado a dos aguas, se conserva desde hace siglos como testimonio del papel de Tomares como lugar de paso en las rutas tradicionales del Aljarafe.
La venta se levantó junto al camino real de Aznalcázar, una de las siete rutas que partían desde Sevilla. Esta vía, utilizada desde al menos el siglo XV, comenzaba en la antigua Hacienda de la Torrecilla (en la actual Triana), cruzaba el Charco de la Pava y el arroyo de la Madre Vieja, y ascendía por el Camino Viejo de Sevilla, ya en el término de Tomares, hasta llegar a la venta.
Desde allí, los viajeros continuaban su trayecto hacia Zaudín Bajo, Bollullos y Aznalcázar. Era una ruta muy transitada por comerciantes, ganaderos y personas que se desplazaban entre pueblos del Aljarafe y la capital.
La ubicación de la venta no era casual. Cerca del edificio pasaba el arroyo de las Fuentes, también conocido como la Fuente de la Mascareta, que aseguraba el abastecimiento de agua durante todo el año. Esto hacía del lugar un punto ideal para descansar, repostar víveres o abrevar el ganado.
Además de viajeros y animales, por la venta pasaban regularmente mercaderes, arrieros y trashumantes, por lo que fue durante siglos un lugar con gran movimiento y actividad.
Aunque no hay documentos que indiquen con exactitud cuándo se construyó, se cree que el enclave pudo estar habitado ya en época romana, posiblemente entre los siglos II y VII d.C., dada su situación en una vía secundaria que comunicaba con Osset e Itálica.
Durante la epidemia de peste del siglo XVII en Sevilla, la venta sirvió como puesto de control sanitario, para evitar que personas infectadas accedieran a la ciudad por este camino.
Más adelante, durante la ocupación napoleónica, el edificio fue reutilizado como puesto militar francés, desde donde se vigilaban los movimientos del ejército anglo-español en la zona.
Con la construcción de la carretera Sevilla-Huelva y el cambio en las rutas principales a lo largo del siglo XIX, el camino real fue perdiendo importancia y con él, también la actividad de la venta fue disminuyendo. La reordenación territorial de la provincia —con Huelva como capital desde 1833— también contribuyó a este proceso.
Sin embargo, en la actualidad, la Venta de la Mascareta ha sido objeto de un proceso de rehabilitación. Las obras han permitido conservar este edificio histórico, que ahora forma parte del patrimonio cultural de Tomares