Varios personajes tomando “agua de Tomares”, escena de la obra “Don Álvaro o la fuerza del sino” de Ángel de Saavedra, Duque de Rivas Imagen de Agrega Andalucía |
"El aguador y los murmuradores" José Jiménez Aranda. 1878 Imagen de Wikipedia |
Pero sabemos que los vecinos del arrabal de Triana desde hace muchísmos años acudían a proveerse de agua a los manantiales del Aljarafe, en concreto de Tomares. Prueba gráfica de ello la tenemos en el cuadro del pintor Jiménez Aranda que nos muestra este kiosko situado a la entrada del paseo del Arenal junto al Puente de Barcas sobre el que podemos leer en el rótulo situado en su parte superior "agua de Tomares". Entonces el recorrido podía hacerse a pie pues no existía el obstáculo fluvial que hoy conocemos como la Corta de la Cartuja.
En el Diccionario geográfico-estadístico-histórico de España y sus posesiones de Ultramar, más conocido como Diccionario Madoz, de 1950 en honor al que fuera su director y creador, Pascual Madoz, señala sobre Tomares entre otros datos que "tiene una fuente a la entrada".
Así las cosas en un momento dado hacia 1828, el ayuntamiento sevillano empieza a interesarse por uno de los dos manantiales tomareños, concretamente el situado en la actual Fuente de la Mascareta. En 1844 se toma en consideración la posibilidad de su posible utilización como suministro proponiendo la profundización de dicho manantial y la construcción de un acueducto que salvase la distancia hasta Triana. Tal y como nos señala Santiago Martín en su blog e agua llegó "a la calle Betis en su Barrio de Triana, hasta una Casa Corral en la que, al parecer, él vivía. Esta Casa se llamaría a partir de aquel momento como la Casa de Tomares, más tarde sería la Casa del Agua para terminar siendo denominado el Corral del Agua".
Como el presupuesto de la ejecución de esta obra era muy elevado se se aceptó la idea de que pueda ser llevada a cabo por un empresario industrial llamado Juan Gobantes, propietario de una fábrica de tubos de plomo que contaba con un gran excedente en su almacén. Govantes en vez de procurar venderlas o fundirlas de nuevo, le vino la idea de emplearlas él mismo. Para ello se puso en contacto con el alcalde de la villa de Tomares para contar con las aguas de los manantiales del pueblo, y una vez conseguido su arrendamiento, solicitó el permiso para la traída de agua colocando las tuberías de su fundición desde Tomares hasta el arrabal de Triana. La fuerza de la gravedad, el desnivel el terreno de 114 metros, hizo el resto. Un acueducto, de 2 kms de longitud en tubería de plomo sobre caja de ladrillos cuyo punto de destino era la "Casa de las Aguas" en la calle Betis. El suministro que se puso en marcha en 1852 fué un éxito funcionó hasta bien entrado el siglo XX.
Las demandas de los sevillanos de este agua eran continuas pues el cántaro se vendía a 0,90 y sabemos de la petición al ayuntamiento sevillano para que se acometiese la construcción de una tubería que atravesase el río Guadalquivir por el puente de Triana que proporcionase agua de forma estable y más barata a esta poblada zona de la ciudad.