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viernes, 25 de abril de 2025

LA ORDEN DE SAN JUAN EN TOMARES: DE HOSPITALARIOS A GUERREROS EN LA RECONQUISTA

Cruz de Malta
   
     El territorio aljarafeño, especialmente las localidades de San Juan de Aznalfarache y Tomares, desempeñaron un papel fundamental en el proceso de repoblación que siguió a la conquista de Sevilla en 1248. En esa época, las órdenes militares jugaban un rol esencial no solo en la defensa, sino también en la organización y transformación de los territorios recién conquistados. Una de las órdenes más influyentes en este proceso fue la Orden Militar de San Juan, que, el 25 de febrero de 1248, recibió en su poder el castillo que le dio nombre a la actual localidad de San Juan de Aznalfarache. Este hecho marcó el inicio de una presencia prolongada de la orden en el Aljarafe, donde su influencia sería determinante durante varios siglos, incluyendo el cercano municipio de Tomares.

    La Orden de San Juan tiene sus orígenes en Jerusalén a finales del siglo XI, inicialmente como la Orden de los Hospitalarios de San Juan de Jerusalén. Su misión inicial era proporcionar cuidados a los peregrinos y a los enfermos, un acto de caridad que adquirió una gran relevancia en una época marcada por la peregrinación religiosa y la lucha contra la peste y otras enfermedades. Sin embargo, a medida que avanzaba el siglo XII, la orden se transformó en una orden militar debido a las crecientes necesidades defensivas del mundo cristiano. Combatir a los musulmanes en la península ibérica comenzó a considerarse, al igual que el cuidado de los enfermos, un acto de caridad y devoción.

    La Orden de San Juan se extendió rápidamente por toda Europa, y desde principios del siglo XII, comenzó a establecerse en la península ibérica. Su intervención en la Reconquista fue clave, y en 1248, participaron activamente en la conquista de Sevilla, una de las ciudades más estratégicas del sur de la península. La orden permaneció en el territorio aljarafeño hasta 1480, un periodo durante el cual su influencia sobre la región fue significativa, tanto en términos militares como en el proceso de repoblación.

    El rey de Castilla, consciente de los servicios prestados por la Orden de San Juan en la lucha contra los musulmanes, les concedió una serie de privilegios, incluyendo la exención tributaria y fiscal. A cambio de su apoyo militar, los miembros de la orden recibieron grandes extensiones de tierra en el Aljarafe, que abarcaban desde las cercanas localidades de San Juan y Tomares, hasta otras áreas del territorio. En Tomares, la orden jugó un papel clave en la organización de la vida rural y en la consolidación de la repoblación, mediante la distribución de tierras y la implantación de nuevas formas de cultivo, contribuyendo a la transformación del municipio.

    En Sevilla, la Orden de San Juan se estableció en una ubicación estratégica entre las actuales calles de San Vicente y Torneo, cerca de la Puerta de San Juan. Este punto de acceso desde el Aljarafe era crucial para el control de la ciudad, ya que permitía la entrada de mercancías y productos a través del río Guadalquivir. El control de este muelle fluvial permitió a la orden no solo tener un control militar sobre el acceso a la ciudad, sino también jugar un papel importante en el comercio de la época. Este muelle permaneció en funcionamiento hasta 1574, cuando fue reemplazado por otro muelle ubicado cerca de la Torre del Oro, un nuevo símbolo del poder y la influencia de Sevilla en el comercio del Mediterráneo.

    La historia de la Orden de San Juan en el Aljarafe es un testimonio de la transformación de una orden religiosa en una poderosa institución militar y económica. Su legado perdura no solo en la historia de San Juan de Aznalfarache, sino también en Tomares, donde su influencia moldeó el desarrollo social, económico y territorial del municipio. A través de su intervención en la Reconquista, la repoblación y el comercio, la Orden de San Juan dejó una huella indeleble en la historia de Andalucía, contribuyendo al crecimiento de Tomares como un enclave clave dentro del Aljarafe.

jueves, 30 de enero de 2025

TOMARES EN EL SIGLO XIV: DE FORTALEZA ASEDIADA A VILLA EN CRECIMIENTO



    Tomares en el siglo XIV: De fortaleza asediada a villa en crecimiento

    El siglo XIV fue una época de transformación para Tomares. Durante los siglos anteriores, la inestabilidad provocada por incursiones (ataques y razias de grupos musulmanes desde el Reino de Granada y otras zonas fronterizas) había marcado el devenir de la población. Sin embargo, con el reinado de Alfonso XI "el Justiciero" (1312-1350), un rey muy activo en la lucha contra los nazaríes de Granada (logró importantes victorias, como la conquista de Algeciras en 1344), consiguiendo estabilizar la frontera con el reino nazarí tras 76 años de lucha continuada. Esto permitió reducir los ataques en el Aljarafe sevillano y la consiguiente repoblación y desarrollo de la comarca. Es a partir de entonces cuando Tomares inicia un proceso de resurgimiento que la consolida como un núcleo habitado y estructurado dentro del Aljarafe sevillano.

Alfonso XI de Castilla

    En este periodo, Tomares presentaba una estructura fortificada con forma de pentágono, protegida por murallas y torres defensivas. Entre sus puntos clave se encontraba la Torre del Conde, situada en la actual zona de Aljamar Alto y el Garrotal (antiguo Zaudín Bajo), extendiéndose hacia la zona donde hoy se encuentra el colegio Al-Ándalus, descendiendo por la capilla del parque hasta la Torre de Navarro. De las tres torres que protegían el enclave, una de origen musulmán, ubicada junto a la actual Peña Sevillista, ha desaparecido con el paso del tiempo.

    El crecimiento de la población fue una de las principales consecuencias de la pacificación de la zona. Al amparo de la relativa estabilidad, Tomares comenzó a expandirse más allá de sus murallas, dando lugar a un aumento demográfico significativo para la época, alcanzando aproximadamente 150 habitantes. Esta expansión supuso también una transformación en la organización y aprovechamiento del territorio, especialmente en lo que respecta a las actividades agrícolas.

    En este aspecto, la Orden de San Juan jugó un papel fundamental en la enseñanza y fomento del cultivo del campo. Como orden militar y religiosa, no solo contribuyó a la defensa y administración del territorio, sino que también promovió el desarrollo agrícola en la zona. No obstante, con el paso del tiempo, la influencia de la orden sanjuanista fue disminuyendo no solo en Tomares sino en toda Castilla. Tras la conquista de Algeciras en 1344 la función militar perdió importancia y con ello la Orden de San Juan que era una institución con un enfoque más militar y hospitalario.  Aquí es donde aparece la Orden de San Francisco, que no eran militares y estaban más centrados en la evangelización y la vida comunitaria, y eran por tanto más adecuados para asumir la organización de la vida religiosa y económica en una zona ya pacificada.

    A comienzos del siglo XV, la Orden de San Francisco había establecido un convento en San Juan de Aznalfarache, desde donde ejerció su jurisdicción sobre varias localidades cercanas, incluyendo San Juan, Tomares y Castilleja. Con su influencia, el paisaje social y económico de la zona se transformó, favoreciendo la consolidación de una comunidad estable, dedicada a la agricultura y cada vez más integrada en las estructuras cristianas de la Baja Edad Media.

    El siglo XIV marcó, por tanto, un punto de inflexión en la historia de Tomares. De una población afectada por las incursiones y replegada en su fortificación, evolucionó hacia un asentamiento en crecimiento, con una población más numerosa y una economía basada en el trabajo de la tierra. La influencia de las órdenes religiosas, en especial la de San Juan y posteriormente la franciscana, resultó clave en esta evolución, preparando el terreno para la configuración de Tomares en los siglos siguientes.