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jueves, 30 de enero de 2025

HERNAN CORTÉS Y TOMARES: LOS ÚLTIMOS DÍAS DEL CONQUISTADOR EN LA CALLE REAL


Hernán Cortés. Imagen del diario ABC


    Hernán Cortés, el famoso conquistador de México, mantuvo una vínculo significativo con Tomares durante los últimos años de su vida. Si bien su legado está profundamente ligado a la conquista del Imperio azteca, su presencia en Tomares forma parte de la historia local, especialmente en relación con la administración de tierras y la propiedad de su residencia en la Calle Real.

    En el siglo XVI, el Concejo de Tomares administraba un extenso territorio que incluía los terrenos de Coca de la Piñera, parte de la hacienda del Conde de Altamira. En 1539, la Calle Real de Castilleja fue desligada de la Orden de Santiago y pasó a ser propiedad de la Corona, quedando bajo la administración municipal de Tomares. Este contexto histórico es crucial para entender la relación entre Cortés y Tomares, ya que su residencia se encontraba precisamente en esta zona.

Lápida conmemorativa

    A la edad de 62 años, Hernán Cortés pasó sus últimos días en el palacio situado en la Calle Real de Castilleja. A pesar de haber solicitado ser enterrado en Coyoacán, México, su fallecimiento el 2 de diciembre de 1547 en Castilleja de la Cuesta provocó que su cuerpo permaneciera inicialmente en España. Su testamento fue validado por el escribano público del Concejo Municipal de Tomares, Tomás del Río, consolidando así la relación del conquistador con esta localidad sevillana.

Palacio de Hernán Cortés en la calle Real de Castilleja

    El palacio donde Cortés pasó sus últimos días es una construcción del siglo XVI de estilo neomudéjar, con recios muros y almenas que le confieren un aspecto de fortaleza. Tras la muerte del conquistador, la edificación cayó en el abandono hasta el siglo XIX, cuando fue adquirida por Alfonso de Orleans, duque de Montpensier, quien lo utilizó como residencia de verano. A finales del siglo XIX, el inmueble fue cedido a una congregación de religiosas irlandesas procedentes de Gibraltar, quienes llegaron a Sevilla en septiembre de 1899. Desde entonces, este grupo, conocido popularmente como "Las Irlandesas", se hizo cargo de la propiedad. En 1903, la reina María Cristina les otorgó la titularidad del edificio, convirtiéndolo en un colegio que sigue en funcionamiento hasta el día de hoy.

 

EL MAPA DE OBANDO DE 1628: UNA VENTANA A LA HISTORIA DE TOMARES


Mapa de Obando, de 1628


    EMapa de Obando de 1628, titulado “Planta de la villa de Tomares y de San Juan su anejo y alquerías de Santofimia, cuya jurisdicción, señorío y vasallaje compró el señor Conde Duque de Olivares en la ciudad de Sevilla en 1628”, es un documento cartográfico de gran valor histórico para entender el desarrollo urbano y territorial de Tomares. Este mapa, elaborado por el alférez Miguel de Obando, fue encargado por el Conde Duque de Olivares, Gaspar de Guzmán, con el objetivo de conocer las medidas exactas de estos lugares y su organización en el siglo XVII.

    El mapa no solo representa la villa de Tomares, sino también su anejo, San Juan de Alfarache, y las alquerías de Santofimia (Santa Eufemia). Entre los lugares destacados que aparecen en el mapa se encuentran las alquerías de la Mascareta, Zaudín Bajo y Santafimia (Santa Eufemia). Este documento gráfico es fundamental para comprender el origen del Tomares moderno, cuyo núcleo original se sitúa en torno a la Hacienda de Santa Ana (actual Ayuntamiento) y la Hacienda de Montefuerte (actual Biblioteca), extendiéndose hasta el manantial de la Fuente de Tomares (calle La Fuente).

En el siglo XVII, el término de Tomares contaba con catorce alquerías o haciendas habitadas, muchas de las cuales han perdurado hasta nuestros días. Sin embargo, el mapa excluye algunas, como la Hacienda de Zaudín, por estar demasiado alejada del núcleo primitivo, y la Hacienda de Santa Ana, que aún no existía en 1628.

    La única hacienda representada en el mapa de 1628, aparte de Santa Eufemia, es la Hacienda de Montefuerte. Esta se muestra con una torre y una iglesia como parte intrínseca de su estructura. La torre servía como contrapeso del molino de aceite, típico de estas haciendas. La puerta de entrada a la hacienda, situada detrás de la parroquia, aún conserva los escudos en su portada y da acceso a la actual Plaza de la Constitución. Estos elementos formaban parte de los límites septentrionales de la hacienda, que aparece amurallada en el mapa.

    El origen de la urbanización actual de Tomares parece tener su eje central en el cruce del “Camino Viejo” hacia Sevilla con el camino a Castilleja de la Cuesta. Este eje se identifica con las actuales calles de Tomás de Ybarra, Navarro Caro, Clara Campoamor y Calle de la Fuente, donde se localizan enclaves de interés como las Haciendas de Santa Ana, Montefuerte y Zaudín Bajo, la Iglesia Parroquial de Nuestra Señora de Belén y el manantial de la Fuente de Tomares.

    Tras la muerte de Gaspar de Guzmán, Tomares y San Juan pasaron a manos de Luis Méndez de Haro, heredero del título, y posteriormente a su nieto Gaspar de Haro, quien no tuvo descendencia masculina. Su hija, Catalina, se casó con el Duque de Alba, consolidando así el control de la nobleza sobre estas tierras. Sin embargo, en el siglo XIX, tras la desamortización de Madoz en 1855, gran parte de la propiedad del territorio aljarafeño pasó a manos de la burguesía agraria sevillana. Durante este período, las haciendas comenzaron a cobrar protagonismo no solo como caseríos del olivar, sino también como residencias temporales de la burguesía agraria, que consolidó su poder territorial y político. Mientras tanto, la mayoría de la población trabajaba en el campo y en pequeñas manufacturas.

LA CALDERONA EN TOMARES: UN OLIVAR, UNA ACTRI Y UN HIJO DE REY

La Calderona. Imagen de Wikipedia CC

    En el siglo XVII, durante el reinado de Felipe IV, Tomares fue testigo de un curioso episodio histórico que vinculó a la corona española con una de las figuras más fascinantes de la época: María Calderón, conocida como La Calderona. Este nombre no solo quedó asociado a la actriz madrileña, favorita del rey, sino también a una suerte de olivar en Tomares que pasó a manos de su hijo, Juan José de Austria, fruto de su relación con el monarca.

    La historia comienza con el Conde-Duque de Olivares, valido de Felipe IV y una de las figuras más poderosas de la corte. En 1625, el Conde-Duque había adquirido unas alcabalas (impuestos sobre la venta de bienes) que, sin embargo, no llegó a pagar en su totalidad. Ante esta deuda, se vio obligado a devolverlas a la hacienda real. Como parte de este proceso, cedió una suerte de olivar en Tomares, que pasó a manos del infante Juan José de Austria, hijo ilegítimo del rey y de María Calderón. Este olivar recibió el nombre de La Calderona, en honor a la madre del infante.

    María Calderón, conocida en los círculos teatrales de Madrid como La Calderona, fue una actriz de gran talento y belleza que cautivó al rey Felipe IV. Aunque estaba casada y era viuda de un yerno del Conde-Duque de Olivares, su relación con el monarca dio fruto a un hijo: Juan José de Austria. Este hecho no pasó desapercibido en la corte, donde la reina Isabel de Borbón, esposa de Felipe IV, mostró su indignación al descubrir que el rey había colocado a la actriz en un lugar destacado de la Plaza Mayor de Madrid durante unas festividades. La reina logró que María fuera relegada a un lugar más discreto, que el pueblo bautizó irónicamente como el balcón de Marizápalos, en alusión a su condición de amante real.

Balcón de Marizápalos, en la Plaza Mayor de Madrid

    A pesar de los deseos de María Calderón de mantener a su hijo cerca, Juan José de Austria fue apartado de su madre y entregado a una familia de confianza para ser educado como príncipe. Reconocido como hijo ilegítimo del rey, Juan José de Austria llegaría a ser una figura clave en la política española del siglo XVII, destacando como militar y político durante el reinado de su medio hermano, Carlos II.

    El olivar de La Calderona en Tomares no solo representa un vínculo entre Tomares y la corona, sino también un testimonio de las complejas relaciones de poder, intrigas y pasiones que marcaron la España del Siglo de Oro. Este episodio histórico, en el que se entremezclan el amor, la política y el teatro, nos recuerda cómo los nombres y los lugares pueden guardar historias fascinantes que trascienden el tiempo.

    Hoy, La Calderona sigue siendo un símbolo de aquella época, un legado que conecta a Tomares con uno de los periodos más apasionantes de la historia de España. A través de este olivar, podemos imaginar las vidas de aquellos personajes que, desde la corte o el escenario, dejaron una huella imborrable en la memoria colectiva. Como testimonio de su relevancia histórica, el municipio de Tomares ha honrado su memoria dedicándole una calle, un gesto que refuerza el vínculo entre el pasado y el presente, y que invita a los vecinos y visitantes a recordar la fascinante historia que une a esta localidad sevillana con una de las figuras más intrigantes del Siglo de Oro.

HACIENDA ZAUDÍN ALTO: UN VIAJE POR LA HISTORIA Y LA ARQUITECTURA DE TOMARES


    La Hacienda Zaudín Alto, situada en el término municipal de Tomares, es un enclave histórico que ha sido testigo de siglos de transformaciones sociales, económicas y arquitectónicas. Su ubicación, cerca del antiguo cordel que comunicaba Sevilla con Aznalcázar, la convierte en un punto estratégico dentro de la red de caminos y vías que conectaban la capital hispalense con otras localidades de la provincia. Este lugar, que en sus orígenes fue una alquería durante la Edad Media, evolucionó con el tiempo hasta convertirse en una próspera hacienda olivarera, reflejo de la importancia que el cultivo del olivo y la producción de aceite tuvieron en la economía andaluza.


   
    Zaudín Alto tiene sus raíces en la época medieval, cuando funcionaba como un pequeño núcleo poblacional dedicado a la agricultura. Sin embargo, fue tras el descubrimiento de América cuando la hacienda adquirió un papel destacado en el comercio del aceite de oliva. Este producto, fundamental en la dieta mediterránea, se convirtió en uno de los principales motores económicos de la región, y Zaudín Alto no fue una excepción. La hacienda se integró en la red de explotaciones agrícolas que abastecían a Sevilla, ciudad que, gracias a su puerto, se erigió como centro neurálgico del comercio con las Indias.

    En el siglo XVII, la propiedad pasó a manos de la familia Bécquer, de origen flamenco, que había acumulado riqueza gracias al comercio de lana a través del puerto de Sevilla. Miguel Bécquer, en 1622, fundó el Mayorazgo de la familia, una institución que permitía mantener unidos los bienes familiares y transmitirlos íntegramente al primogénito. Sin embargo, con el paso del tiempo, los sucesores de los Bécquer abandonaron el comercio y no supieron administrar adecuadamente sus propiedades, lo que llevó a la familia al borde de la ruina. Curiosamente, como revela un artículo de ABC, los Bécquer poseían un auténtico tesoro sin saberlo: en 2016, durante unas obras en el cercano municipio de Tomares, se descubrió un impresionante conjunto de monedas romanas del siglo III d.C., que habrían estado bajo tierras que pertenecieron a la familia. Este hallazgo pone de manifiesto la riqueza histórica y arqueológica de la zona, que los Bécquer nunca llegaron a aprovechar.

    A pesar de su mala gestión, el mayorazgo y, por tanto, Zaudín Alto, permanecieron en manos de la familia hasta mediados del siglo XIX. Entre los miembros más ilustres de esta familia destaca el poeta romántico Gustavo Adolfo Bécquer, cuya obra literaria ha dejado una huella imborrable en la cultura española. Sin embargo, la historia de los Bécquer en Zaudín Alto está marcada por la ironía: mientras la familia se arruinaba, bajo sus tierras yacía un tesoro que podría haber cambiado su destino.
    
    Con la desvinculación de los mayorazgos en 1841, Zaudín Alto pasó a manos de la familia Ruiz-Giménez, una de las más influyentes de la época. Joaquín Ruiz Giménez, alcalde de Madrid y ministro durante el reinado de Alfonso XIII, fue uno de los propietarios más destacados. Su hijo, Joaquín Ruiz Giménez Cortés, también jugó un papel relevante en la historia reciente de España, al ser ministro de Educación Nacional en 1951 y participar en la creación de la Plataforma de Convergencia Democrática. Además, fue el primer Defensor del Pueblo de la España democrática, un cargo que refleja su compromiso con los derechos y las libertades ciudadanas.

    El edificio que hoy conocemos como Hacienda Zaudín Alto se organiza en torno a un patio señorial, un elemento característico de la arquitectura tradicional andaluza. La torre mirador, con sus dobles arcos de medio punto enmarcados por pilastras y cubierta de teja árabe a cuatro aguas, es uno de los elementos más emblemáticos de la construcción. Sin embargo, los jardines y gran parte de las estructuras originales han sufrido importantes transformaciones, especialmente debido a la construcción de un campo de golf en los terrenos adyacentes. Esto ha dificultado el reconocimiento de los elementos originales, ya que la mayor parte del edificio actual es de construcción reciente.

    A pesar de estas modificaciones, Zaudín Alto sigue siendo un lugar cargado de historia y simbolismo. Su evolución desde una alquería medieval hasta una hacienda olivarera, y posteriormente hasta su estado actual, es un reflejo de los cambios económicos, sociales y políticos que han marcado la historia de Andalucía. Hoy, este enclave no solo es un testimonio del pasado, sino también un espacio que invita a reflexionar sobre la importancia de preservar nuestro patrimonio histórico y cultural.


lunes, 10 de julio de 2023

CONDE DUQUE DE OLIVARES EN TOMARES Y SU INFLUENCIA EN TOMARES Y SAN JUAN DE AZNALFARACHE


    Gaspar de Guzmán y Pimentel, conocido como el Conde-Duque de Olivares, fue una figura central en la política española del siglo XVII y un personaje clave en la corte del rey Felipe IV. Su meteórica carrera y su ascenso a la figura de favorito o valido del monarca, le permitió acumular un enorme poder y una influencia considerable sobre diversos territorios de Andalucía, incluyendo la zona del Aljarafe sevillano.

    La historia de Gaspar Guzmán comienza con su nombramiento como valido de Felipe IV en 1621, un cargo que le otorgaba un poder casi absoluto, como consejero de confianza del rey. Aprovechando esta posición, Olivares comenzó a consolidar su poder político y su riqueza personal. En 1623, recibió el cargo de alcaide del Alcázar de Sevilla, un título que le brindaba aún más control sobre la ciudad, y en el mismo periodo compró el señorío de Sanlúcar la Mayor. Un año más tarde, en 1624, obtuvo las alcabalas de Tomares, una de las principales fuentes de ingresos del reino, consolidando su dominio sobre esta localidad, que entonces era la cabecera de la comarca de San Juan, una de las siete jurisdicciones del Reino de Sevilla.

    El poder de Olivares creció rápidamente y, en 1625, el rey Felipe IV lo distinguió con el título de duque de Sanlúcar, lo que transformó su nombre en el famoso "Conde-Duque de Olivares". En esta época, adquirió varias posesiones, ampliando su dominio territorial. Entre sus nuevas adquisiciones se encontraba la calle Real de Castilleja de la Cuesta y, en 1627, los municipios de San Juan y Tomares, que por aquel entonces contaban con una población reducida de unos 250 habitantes. Su influencia territorial fue tal que muchos lo conocían como el "señor del Estado de Olivares", una referencia al vasto control que ejercía sobre estos territorios sevillanos.

    Durante su señorío, el Conde-Duque de Olivares encargó la construcción de la Hacienda Santa Ana, un edificio que, hoy en día, es el consistorio de Tomares. La finalidad inicial de este proyecto parecía ser la creación de una residencia veraniega, un lugar de descanso y lujo para la nobleza de la época. Sin embargo, su influencia no se limitó a la arquitectura, sino que también se extendió al ámbito cultural y administrativo. En 1628, el Conde-Duque encomendó a Miguel de Obando la creación de una cartografía de la villa de Tomares y San Juan de Aznalfarache, así como de las distintas alquerías de su jurisdicción, demostrando su interés por tener un control exhaustivo sobre los territorios que gobernaba.

    El Conde-Duque de Olivares, además de ser conocido por su poder y sus posesiones, también dejó una huella importante en la vida social y cultural de la época. Su relación con la famosa actriz María Calderón, conocida como "La Calderona", fue uno de los escándalos más comentados en la corte. En 1629, el rey Felipe IV tuvo un hijo ilegítimo con ella, y el Conde-Duque, en un gesto de generosidad, le regaló una propiedad en Tomares, un olivar que fue conocido como "El Olivar de la Calderona". Esta propiedad pasó a formar parte de la historia local, y 13 años después, el hijo de Calderón, el infante Juan José de Austria, fue reconocido por el rey. Años más tarde, Juan José demostraría su capacidad como líder militar y político, consolidándose como una de las figuras más relevantes de la historia de España.

    En honor a este vínculo histórico, Tomares conserva una calle llamada “La Calderona”, que marca el lugar exacto donde se encontraba el olivar regado por el Conde-Duque. Así, la historia de Gaspar de Guzmán y Pimentel no solo se recuerda en los archivos históricos, sino también en el urbanismo de Tomares, un recordatorio permanente de la influencia de este poderoso político sobre la zona.

jueves, 6 de febrero de 2020

LA HACIENDA MONTEFUERTE: HISTORIA, MISTERIO Y LEGADO DE UN TESORO OLVIDADO

Imagen de Wikipedia

    La hacienda Montefuerte es uno de los varios ejemplos de haciendas de olivar que podemos encontrar en Tomares. Construcción del siglo XVII situada al oeste de de la iglesia parroquial Nuestra Señora de Belén y junto a la antigua calle Real, hoy Navarro Caro. La fecha hay que entenderla en el contexto del comercio americano del que Sevilla tenía el monopolio. La demanda aceitera hizo muchos terrenos antes dedicados al cereal se reconvirtieran a la producción de aceite. El Aljarafe sevillano y Tomares no escaparon a esta moda y el cultivo del olivar fue creando un nuevo paisaje junto a estas edificaciones industriales.

Primitivo núcleo de población.
La hacienda Montefuerte junto con la iglesia parroquial constituyan el primitivo núcleo de población tomareña. Tras la Reconquista se trazaron dos vías principales que se cruzaban en la actual cuatro esquinas. La procedente de Sevilla que tras pasar el camino viejo con dirección a Bormujos, Bollullos y Aznalcázar recibió la denominación de calle Larga. Allí sabemos por los planos realizados por Miguel de Obando en 1628 a instancias del Conde Duque de Olivares que ya estaba construida la hacienda.

    El marquesado de Montefuerte.
Corona del marquesado de Montefuerte. Wikipedia
    Montefuerte podría derivar del aspecto que tenia el edificio como un antiguo castillo (obsérvese las almejas que lo rodean) pues coincide con la denominación del título de marqués que nuestro primer rey Borbón Felipe V otorgó al caballero veinticuatro de Sevilla Juan Ortiz de Zúñiga en 1705 en agradecimiento por los servicios prestados durante la guerra de Sucesión a la corona de España (1701-1713). En cualquier caso el edificio ya debió estar construido pues aparte de tener una arquitectura propia del siglo XVI ya aparece en el plano de Ovando mandado a dibujar por el Conde duque de Olivares a mediados del siglo XVII.
Este linaje familiar ostentaría la propiedad durante siglo y medio hasta que en 1841 el gobierno liberal del general Espartero promulgara la ley de desvinculación del Mayorazgo acabando con esta institución de origen medieval.
La hacienda pasó a manos privadas hasta que el hacendado sevillano José Navarro Caro la adquirió en 1906. Sobre José Navarro sabemos que estuvo casado con Trinidad González de la Torre, muy querida en el pueblo gracias a las obras sociales que realizó. La hija de ambos, Josefa Navarro González se casó en 1899 con el famoso torero, tomareño Emilio Torres Reina, Bombita. 

    A la actual edificación rodeada por un sencillo remate de almenas se entra bajo un arco rebajado y cubierto de tejas. El patio al que se accede se corrresponde con el patio de caballerizas o de labor rodeada por dependencias agrícolas. Hoy están reutilizadas como parte de la biblioteca municipal. A la derecha se encuentra la torre contrapeso, torre mirador junto al molino aceitero cuya ilustración representa el símbolo del municipio. La torre data del siglo XVIII y está “rematada con un mirador clásico con cubierta a cuatro aguas sobre arcos simétricos que descansan en pilastras. En un friso perimetral de la torre se lee un rótulo escrito con letra capitular romana que dice: “Maria concebida sin pecado original”. 

Webs consultadas

lunes, 1 de abril de 2019

LA HACIENDA LA CARTUJA: TESTIGO DE LA HISTORIA DE TOMARES



    También conocida como la Hacienda de Esteban de Ronvi, Cartujilla es la más antigua de todas las haciendas de Tomares. Su denominación "La Cartuja" se debe a que fue lugar de refugio durante las grandes arriadas que con frecuencia originaba el río Guadalquivir. Este refugio fue utilizado por los monjes cartujos que se habían establecido en Sevilla desde el año 1400, en el Monasterio de Santa María de las Cuevas. Uno de estos monjes, D. Fernando de Torres, un personaje muy vinculado a la corte de los reyes Trastámaras, llegó a ser prior del Monasterio Cartujo.

    Don Fernando había heredado la importante hacienda de Esteban de Arones, situada en la ladera del Aljarafe entre Tomares y San Juan. A su muerte, legó a la comunidad cartujana dicha alquería, y desde entonces la hacienda estuvo vinculada al Monasterio hasta las desamortizaciones del siglo XIX, cuando pasó a manos de propiedad privada. En el último cuarto del siglo XX, el olivar fue absorbido por la especulación urbanística, y hoy en día solo nos queda parte del edificio principal, que en la actualidad alberga la sede del Instituto de Estudios Jurídicos y Empresariales El Monte.

    ¿Cómo era este edificio? La estructura era similar a las típicas haciendas de la zona. Tras pasar una elegante portada, se entraba en un patio alargado en el que se encontraba la capilla y el granero con arcos apuntados góticos del siglo XV. A la derecha quedaba la vivienda del capataz, junto a la cual se encontraba el molino aceitero con torre contrapeso y espadaña, así como dos almenillas laterales. El señorío se ubicaba al fondo del patio.


viernes, 29 de marzo de 2019

LA HERMANDAD DEL SANTÍSIMO DE LA VERA+CRUZ Y NTRA. SRA. DE LOS DOLORES DE TOMARES: UN LEGADO DE FE Y ARTE


    La hermandad titular de Tomares, Santísimo Cristo de la Vera+Cruz y Nuestra Señora de los Dolores, fue fundada en el año 1574. Esta cofradía tiene una profunda raíz en la historia religiosa y cultural del municipio y sigue siendo una de las tradiciones más importantes de la localidad. En el corazón de Tomares, en la iglesia parroquial, se conserva una de sus piezas más valiosas: la talla de la Virgen de los Dolores, cuya autoría ha sido objeto de debate y que data del siglo XVII. Aunque en un principio se pensó que su creación era obra de La Roldana, una de las escultoras más renombradas del barroco sevillano, lo cierto es que la Virgen es una obra anónima, pero no por ello menos importante en el patrimonio artístico de la zona.

    Al ingresar a la iglesia de Tomares, uno de los primeros elementos que llaman la atención es la capilla sacramental, que alberga la imagen de la Virgen, destacando su presencia en un imponente retablo de estilo barroco. Este lugar se ha convertido en el centro de devoción no solo para los fieles de la localidad, sino también para aquellos que visitan el municipio durante las festividades religiosas.

    La procesión de la Antigua y Venerable Hermandad Sacramental y Cofradía de Nazarenos del Santísimo Cristo de la Vera Cruz, María Santísima de los Dolores y San Sebastián tiene lugar cada Madrugada del Viernes Santo, un momento culminante de la Semana Santa tomareña. En esta procesión, la Virgen de los Dolores es portada en un paso de madera de caoba con capillas y faroles de plata, elaborados en los talleres de Orfebrería Villarreal en 1977. A lo largo de los años, este paso ha sido renovado y enriquecido con valiosas piezas de orfebrería. La peana, que sostiene la imagen de la Virgen, fue realizada en 1957 por Jesús Domínguez, mientras que los varales de la procesión datan de 1983 y también son obra de Villarreal. Además, los respiraderos y candelabros de cola fueron realizados por el taller de Machuca, con los últimos detalles añadidos por Hijos de Juan Fernández, lo que ha dado como resultado una obra de gran belleza y devoción popular.


    La Virgen de los Dolores, que acompaña a los fieles en la procesión, es una de las imágenes más queridas y veneradas de Tomares. Su paso por las calles del municipio no solo representa una manifestación de fe, sino también una reafirmación del vínculo entre el arte religioso y la tradición de la Semana Santa en la localidad.

    Dentro de la iglesia parroquial de Nuestra Señora de Belén, también se encuentra otra imagen de la Virgen, ubicada a la izquierda de la entrada, en un retablo de azulejos. Esta imagen fue realizada por A. A. Kierman, un escultor sevillano nacido el 12 de diciembre de 1902 en el barrio de la calle Feria. Su obra, aunque diferente en estilo, refleja la continuidad de la devoción popular por la Virgen y su trascendencia en la historia religiosa local.

    La Hermandad del Santísimo Cristo de la Vera+Cruz y Nuestra Señora de los Dolores continúa siendo un pilar fundamental en la vida religiosa de Tomares. Su riqueza histórica y artística, combinada con la devoción de sus miembros y la belleza de sus pasos, convierten a esta cofradía en una de las más emblemáticas de la Semana Santa sevillana, marcando un profundo lazo entre la fe, el arte y la comunidad.


 Ha colaborado en el artículo las alumnas María Aguilera, Michelle Bernal y Paqui Moreno, 4º D

SAN SEBASTIÁN; HISTORIA Y TRADICIÓN EN TOMARES, DE LA RECONQUISTA AL PATRÓN LOCAL

    San Sebastián es el santo y patrón de Tomares. Su festividad se celebra el 20 de enero, fecha en la que se procesiona por las calles del municipio. Con anterioridad a 1980 ese día una de las fiestas más importantes. El simpecado recorría el pueblo acompañado por vecinos a pie y a caballo, junto a una banda que abría el cortejo. Ya por la tarde salía el santo  en su paso y con la banda y los vecinos arropándole.
    En la actualidad, los días 18, 19 y 20 de Enero se celebra un triduo en su honor y su salida procesional queda para el sábado después de su día. La romería, en los terrenos del Zaudin, pasa al primer domingo de mayo, coincidiendo con la primavera y el buen tiempo.
    Pero ¿por qué el culto a San Sebastián en nuestra localidad? En esto tenemos dos teorías. La primera hace referencia al propio proceso de reconquista cristiana en el siglo XIII. Era habitual que a los territorios que iban siendo reconquistados se les adjudicara la advocación del santo correspondiente a ese día. El hecho de ser conquistada Tomares el 20 de enero de 1248, diez meses antes que la capital sevillana, explica tal advocación.
    Otra teoría señala que el asunto es posterior. En concreto del siglo XVII cuando el Conde Duque de Olivares, propietario de Tomares y otros territorios aledaños, como era un gran devoto del Santo, lo nombra por primera vez Patrón de Tomares, asi como de otros pueblos el Aljarafe.
En cualquier caso Tomares ha continuado esta tradición hasta hoy día, y desde el año 1951 se rinde culto de manera oficial a partir de la fundación de la Asociación de San Sebastián. Más tarde, sobre el año 1973, esta Asociación se fusionó con la Hermandad del Cristo de la Vera+Cruz y Ntra. Sra. de los Dolores, que desde entonces también se llama, de San Sebastián.
    Pero hagamos un poco de historia acerca de quién fue este santo. Sebastián fue hijo de un militar noble nacido en Narbona (Francia) a mediados del siglo III d. C. Siendo muy joven se trasladó con su familia a Milán. Allí continuó los pasos de su padre llegando a ser capitán de la guardia pretoriana del emperador Diocleciano. Cumplia con la disciplna militar, pero no participaba en  los sacrificios paganos por considerarlos una idolatría. Como cristiano, ejercitaba el apostolado entre sus compañeros visitando y alentando a otros cristianos encarcelados por causa de su religión. Pero acabó por ser descubierto y denuncado al coemperador Maximiano, quien lo obligo a escoger entre poder ser soldado o seguir a Jesucristo. Sebastián escogió seguir a Cristo. Decepcionado, el emperador le amenazó de muerte, pero Sebastián se mantuvo firme en su fe. Enfurecido, fue condenado a morir asaeteado. Los soldados del emperador lo llevaron al estadio de Palatino, lo desnudaron, lo ataron a un poste, y lanzaron sobre él una lluvia de flechas, dándolo por muerto. De ahí que siempre se represente de esta manera. Sin embargo, sus amigos se acercaron y, al verlo todavía con vida, lo llevaron a casa de una noble cristiana romana llamada Irene, que lo mantuvo escondido y le curó las heridas hasta que quedó restablecido.
    Pasado un tiempo quiso continuar con su proceso de evangelización y llego a presentarse ante el emperador para pedirle que dejara de perseguir a los cristianos. Pero Maximiano mandó que lo azotaran hasta morir. El cuerpo, recuperado por los cristianos, fue enterrado en un cementerio subterráneo de la Via Apia, lugar donde la Iglesia Romana construyó un templo en honor al santo, la Basilica de San Sebastián, que hoy todavía existe.
    En nuestra localidad cuenta la tradición que llegó a haber una imagen del santo presidiendo el Altar Mayor en la Iglesia de Ntra. Sra. de Belén en un retablo barroco que hoy dia no existe. En la actualidad en el Altar Mayor está el Cristo de la Vera+Cruz, a su izquierda la Virgen de Ntra. Sra. de Belen y a la derecha, la imagen de San Sebastián que mostramos en la foto superior, de autor desconocido.

Han colaborado los alumnos Evaristo Román, Ana Martín, Marta Fuertes y Aida Rkayna.